La planta del cannabis y el humano se han acompañado a lo largo de su evolución. La planta pasó de ser cultivada por nuestros ancestros, a ser prohibida y ahora reintroducida a la sociedad donde la podemos encontrar para satisfacer distintas necesidades que van desde los textiles hasta la medicina, sin olvidar su tan estigmatizado efecto sobre “la mente”. “La ilegalidad del cannabis es escandalosa, un impedimento para la plena utilización de un fármaco que ayuda a producir la serenidad y la perspicacia, la sensibilidad y el compañerismo que tanto se necesitan en este mundo cada vez más loco y peligroso”, dijo alguna vez el astrónomo de renombre Carl Sagan. Hoy en día el uso recreativo, homologado como -uso adulto- dentro de la propuesta de ley para la regulación del
cannabis en suelo mexicano, así como el uso industrial, están acompañados por un tercer pilar, el cual es: el uso medicinal. Si bien el valor medicinal del cannabis se puede rastrear a distintas épocas, la evidencia científica que se ha ido acumulando en las últimas décadas junto con el activismo de familias y organizaciones sociales le han dado a la planta una nueva oportunidad.
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